Todo esto me lleva a pensar en como establecemos parámetros comparativos para las personas . Las personas somos complicadas y polifacéticas y no tan fáciles de evaluar como unos zapatos Italianos o un croissant francés . Aún así , en la adolescencia o juventud , es natural y hasta creo que tan necesario como el acné o las mochilas , que conozcamos a quien sin duda pasara a ser nuestra vara de medir . Un chico, un hombre que a partir de ese momento se convertirá en nuestro sistema métrico decimal particular .
Puede suceder más adelante pero sin duda antes de los 25 conocemos a nuestro mr Big . Aunque casi indefectiblemente mr Big es imposible de tolerar y ni que decir tiene la relación fue a pique, conservamos en la memoria ese sabor de boca agradable de alguien que nos marco .
Desde qué se acabo aquello , consciente o inconscientemente cada hombre que llega a nuestra vida es sometido al un cuestionario mental . No habla como el , tiene las manos más bonitas que el , no es tan sociable, es más cariñoso, no tiene ni la mitad de sentido del humor ... Y así hasta el más pequeño detalle de su ser es evaluado, sopesado , analizado en base al patrón, al modelo ... Mr Big .
Y aunque en la mayoría de los casos estos especímenes no pasan el corte , en algún momento del análisis salta a nuestra mente , la cordura , la razón y el recuerdo de porque mr Big ya no esta y de porque aunque fuera maravilloso y perfecto y se haya convertido de algún modo en un ideal de hombre , no es más que un ídolo de barro , el vellocino de oro que hemos creado nosotras mismas . Que gracias al cielo , los años tienen 365 días y hay que intentar ser feliz al menos 65 con alguien que no te derrita con una sonrisa pero , tampoco te mate con un desprecio.
Aún así , esto va por esos días en que sientes que El era el hombre de tu vida y todo hubiera sido diferente y perfecto a partir de ahí .
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